4 días en coche por la costa de Alemania (2)

Ara Ballesteros/ Alemania, Europa

Después de relajarnos en la playa como os conté en el anterior artículo: 4 días en coche por la costa de Alemania, seguimos nuestro camino hacia Barth situado a 20 Km de Prerow. Aquí solo puedo decir una cosa: ¡en que momento se nos ocurrió ir allí!.

Barth

Todo empezó con la entrada al pueblo, el GPS nos mandaba por una carretera y al llegar estaba cortada por obras y no tenía salida. A partir de ahí todo fue un desastre. Intentamos ir por otra calle pero tampoco tenía salida, nos metimos por un camino que tampoco. Un callejón, de nuevo una calle y al final otro camino que daba a dos calles, y ¿adivinad que? ¡No tenían salida ninguna de las dos!

Plaza de Barth al atardecer

Decidimos volver a la carretera principal y entrar por otra de las calles y por fin llegamos a la principal. Aparcamos el coche y comenzamos a caminar, y a pesar de andar durante 10 minutos, no nos encontramos con absolutamente nadie. Todas las tiendas cerradas, todas las ventanas y puertas de las casas sin vida, ni una luz, ni una voz, todo completamente vacío.

Es una sensación bastante rara, llegar a un lugar de visita y no encontrarte con nada ¿Sería una maqueta en vez de un pueblo? ¿O un decorado de alguna película? Daba miedo el silencio que había, como te miraba el gato negro que se cruzaba en tu camino o el susto al escuchar el vuelo de un pájaro.

calles solitarias de Barth

Obviamente no encontramos ningún sitio en el que poder comer, pero por suerte había un supermercado de camino a la casa y pudimos comprar algo de cena.

La siguiente aventura es aún más interesante, alquilamos una casa en el campo. Mientras hacíamos la compra nos llegó un mensaje del dueño dándonos las instrucciones para encontrarla. Aquí van: cuando lleguéis al camino de tierra pasando el puente tenéis que encontrar los 9 árboles que hay a la izquierda. Justo ahí girar hasta llegar a un patio en el que podéis dejar el coche. Yo no estoy en casa pero la puerta está abierta y mis vecinos pendientes.

¡Wow! Nos faltaba un mapa para ubicarnos por coordenadas. El momento en el que llegamos al puente y vimos el vaho que salía del río, ¡fue apoteósico!. Ahí nos dimos cuenta de que iba a ser un lugar especial.

rio cerca de Barth

Encontramos el camino de tierra, pero los 9 árboles no estaban por ningún lado. Al llegar al final del camino nos encontramos con una caravana de circo (se nos vino el mundo encima al pensar que dormiríamos allí). Pero nos paramos a pensar y volvimos al camino, miramos bien, buscamos y al final entramos por el sendero correcto.

El lugar tenía su encanto por la noche, se podían ver todas y cada una de las estrellas. Podías respirar aire fresco, tranquilidad, paz, campo, nostalgia.

alojamiento en el campo

Es bonito levantarte con el canto del primer gallo. Abrir la puerta y ver todo lo que la noche ocultaba: campos verdes, tractores trabajando, gallos y gallinas correteando por el jardín, conejos y conejitos, gansos y pollitos, alguna que otra oveja y mucha naturaleza.

Sellin

Era hora de ponerse en marcha para la última etapa del viaje: Sellin a 78 km de Barth. Desde la aldea en la que estábamos la única manera de llegar hasta la «isla» era a través de caminos de bosques y pequeños pueblos escondidos de Alemania.

Ara en un campo de trigo

Cuando llegamos y antes de bajar a la playa paramos a comer en el Blockhaus Gückswinkel. Al estar tan cerca de la playa, pensábamos que iba a ser el más caro. Por el contrario nos sorprendió bastante. Buena comida a buen precio en plena costa norte, cada plato 8,50€. Hay que tener en cuenta que la mayoría de  los restaurantes cierran de 16:00 a 17:00.

Pescado típico alemán
Hering mit bratkartoffeln
Pescado frito con patata asada
Backfisch mit backkartoffel

El mirador

A medida que avanzábamos se notaba el ambiente que había, como iba y venía la gente de un lado hacia otro. Cuando llegamos a las escaleras de la playa y lo vimos: ese imponente mirador del 1901. Presidiendo la playa, presidiendo el mar, las montañas y todo lo que estaba a su alrededor.

Mirador de Sellin

Cruzar sus tablas demolidas una y otra vez por el paso del tiempo. Tener el mundo a tus pies y el infinito en el horizonte.

Me llamó la atención una plataforma al final del mirador. Puedes entrar (cuesta 8€) y se introduce un poco bajo el nivel del mar (digo un poco porque desde arriba no parecía que estuviese a mucha profundidad). También hay barcos que hacen una ruta y te llevan a visitar el parque nacional de Königsstuhl.

Könnigstuhl, mirador submarino

La montaña de arena

Queríamos disfrutar de la playa, tomar el sol, comer en la arena, andar, correr y bañarnos (en aguas congeladas). Hasta que se nos ocurrió la genial idea de escalar la montaña que estaba junto a la playa.

montaña de arena en la playa

Parece fácil escalar una montaña sin piedras ¿no? Pues no, no lo es. ¡La montaña era de arena!. Piensa que cada paso que das en la playa siempre te cuesta el doble, pues eso pero inclinado. Los pies se hunden, las fuerzas fallan y cada vez es más complicado, pero ¿sabéis que os digo? Que merece la pena. Merecen la pena las vistas desde arriba, merece la pena ver el mar ante ti, merece la pena descansar después de un largo viaje y merece muchísimo más la pena tirarse como si fuese un tobogán para bajar.

¡Por qué es arena, no duele resbalarse y por qué somos como niños! Y porque mola que la gente te mire y diga…¡mira que dos! Cuando en el fondo están deseando hacer lo mismo.

Y en este maravilloso punto del planeta terminó nuestra aventura.

vistas desde la montaña de Sellin

Si aún no has leído la primera parte de  4 días en coche por la costa de Alemania (1) este es tú momento.

Aquí te dejamos un mapa con toda la ruta por la costa norte alemana, por si te animas a hacerla y quieres contarnos tu experiencia.

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